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“No podemos no hacer algo”. El suicidio en días de confinamiento y aislamiento por pandemia

Publicado: 2021-01-07


Desde que inició la pandemia en Perú, los resultados que el Minsa y otros portales suelen difundir se refieren a la cantidad de infectadxs por coronavirus y personas que hayan desarrollado la Covid-19. Definitivamente, es un aspecto fundamental desde buscamos defendernos colectivamente de esta enfermedad. Sin embargo, lo que se difunde poco son las cifras de diagnóstico por depresión, el incremento de la depresión debido al confinamiento y la cantidad de suicidios que hemos presentado en los últimos 10 meses.

Por ejemplo, de marzo a agosto del 2020, se reportó 265 suicidios (El Búho, 11 set. 2020), cifra acumulada que creció a 432 hasta setiembre (El Tiempo, 13 oct. 2020). Teniendo en cuenta que acabamos de pasar fechas emocionalmente difíciles, como navidad y año nuevo, junto con las nuevas medidas de confinamiento por el incremento de casos con Covid, los temas de la depresión y el suicidio nos afecta adicionalmente a las muertes que hemos tenido por complicaciones de Covid. Tanto la depresión como el suicidio son temas tabúes de salud mental dentro de las conversaciones familiares, sociales y laborales, lo cual nos limita la detección de situaciones de alto riesgo de forma oportuna. Incluso, si las personas con algún diagnóstico de depresión severa tienen apoyo emocional profesional, no siempre se puede evitar finales dolorosos para sus entornos.

Conversando con algunas personas con diagnóstico de depresión, y luego de saber de casos de suicidio y de intento de suicidio muy cercanos, he podido entender algunos puntos importantes que la persona afectada requiere manejar y que el resto debemos tomar en cuenta. El apoyo no puede brindarse desde un solo enfoque. Existe un conjunto de aspectos que requieren atención simultánea, porque todos influyen en la mente y en las emociones. Según me relató una mujer de 47 años con diagnóstico de distimia (depresión crónica) desde los 10, lo principal es recibir la ayuda profesional correcta. No siempre la primera terapia es la adecuada, pero sí es necesario llegar al/a profesional adecuado/a. Para casos de mujeres en Perú, existen psicólogas feministas que atienden situaciones de emergencia a costo social e, incluso, no cobran. Otro aspecto emocional externo que se requiere con urgencia es la selección del entorno. Si la familia es violenta, el ambiente laboral o académico es demasiado exigente, o las amistades no son estables, la persona con depresión o con ideas suicidas tiene altas probabilidades de empeorar. Además, el entorno no solo implica a las personas. También, se debe escoger qué música se escucha, qué películas se ve, y qué libros y qué páginas web se lee. Adicionalmente, la meditación es muy útil, ya que genera modificaciones en las conexiones cerebrales, tal como se ha investigado en los últimos 15 años. Por último, pero no menos importante en nuestra situación actual, se requiere el contacto con personas, porque somos seres sociales.

En segundo lugar, se requiere trabajar el aspecto físico. El ejercicio diario nos ayuda a segregar endorfinas, el yoga ayuda a la relajación y las respiraciones profundas disminuyen los niveles de ansiedad. Asimismo, la alimentación y la eliminación de productos chatarra es sumamente importante, dado que una adecuada microbiota intestinal permite mantener regulados los niveles de corticosterona y la absorción de nutrientes necesaria para el buen funcionamiento del cerebro. A eso, se añade la toma natural de la vitamina D del sol, aunque sea 15 minutos al día.

Y, quienes estamos alrededor de las personas en riesgo, ¿qué podemos y debemos hacer? Inicialmente, debemos identificar si somos un entorno formal y organizado, como un centro de estudios o un lugar de trabajo, o un entorno informal, como un grupo de amistades o la familia. En el primer caso, es necesario armar un plan estratégico que incluya capacitaciones, teléfonos de emergencia y grupos amicales de apoyo. Es decir, solo las capacitaciones no son suficientes, porque no se trata de un problema que se resuelva desde el aspecto cognitivo, sino desde las emociones. Por tanto, el monitoreo con preparación teórica y el establecimiento de pautas de acción inmediatas son requeridas, no solo para evitar suicidios, sino para detectar los momentos de bajones, sobre todo en personas sin diagnóstico o que estén en proceso para manejar sus emociones. En el segundo caso, debemos aprender a hablar del suicidio abiertamente con las personas de confianza. Aprender a preguntar un ¿cómo estás? a tiempo puede hacer la diferencia, porque nunca se sabe cuándo alguien necesita hablar de sus emociones o se siente desbordada/o. También, al igual que en ambientes organizados, se requiere planes de acción y teléfonos de emergencia para atender las situaciones, tanto de instancias de salud mental como de psicólogas/os o psiquiatras de confianza.

El Estado peruano debe también tener campañas constantes de comunicación sobre la salud mental, la prevención y tratamiento de la depresión y del suicidio, porque son parte de la pandemia. El confinamiento no siempre nos protege de enfermedades, porque las enfermedades mentales no se solucionan con el aislamiento.


Algunos enlaces de interés:

Lineamientos de política sectorial en salud mental (2018), http://bvs.minsa.gob.pe/local/MINSA/4629.pdf 

Mitos sobre el suicidio (información y gráficas): https://www.paho.org/es/campanas/mitos-acerca-suicidio 


Escrito por

Estefanía Pomajambo Figueroa

Socióloga feminista, educadora, viciosa de los idiomas y del Twitter. Ando en medio del ambiente de ciencia y género.


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